Entrevista en Enriqueta de la Cruz |La Hora Digital

2023-01-05 16:02:59 By : Mr. Qiang Wang

Enriqueta de la Cruz tiene una trayectoria como periodista envidiable. Experta en Economía, desarrolló buena parte de su actividad profesional en el histórico Diario YA, en donde era la responsable de “Laboral”, una subsección del área de Economía. Dirigió alguna revista económica. Estuvo en las cocinas de la entrada del Euro como moneda común europea, asesoró a un secretario de Estado de Economía, pasó por Indra y dijo no a ser la directora de Comunicación de un ministro por motivos familiares imprevistos, ajenos a su verdadero deseo. Hace siete años, su espíritu bohemio se impuso y la llevó a una localidad de la costa granadina, desde dónde se centró en su faceta de escritora, en comunión con la naturaleza. Hasta la fecha ha publicado siete libros y en la actualidad trabaja en un relato sobre su experiencia de vida rural y sus reflexiones de vida.

Una entrevista de  Beatriz Santaella

1. ¿Cómo se da un salto de fe como el que usted dio?

Llevaba pensándolo racionalmente mucho tiempo porque soy de poca fe y amiga de La Ilustración, jeje. Siempre me tiró el mar y el campo y una casita modesta, en medio del monte, me encontró a mí un buen día soleado de diciembre en que buscaba vivir con menos, pero vivir más. Rodeada de naranjos y otros árboles frutales, de plantas maravillosas, habitada por mil animalillos, este palomar, como lo llama un amigo “granaíno” me atrapó. Además, puedo mirar al mar o el mar me hace guiños a mí mientras escribo.  Pero también influyó la crisis del 2008, la verdad: fue la manera de superarla.

2. ¿Cuánto ha cambiado su vida?

Mucho. Ha sido toda una salida de mi zona de confort, como dicen algunos, que es verdad, porque de pronto te sientes en el aire, sola, con una sensación de vértigo y vulnerabilidad que termina siendo falsa porque en la ciudad, sí que es uno vulnerable: ¡Pero allí no lo sabes, no te das cuenta…! Esto es como “La vida en el bosque” que llevó y escribió Thoreau; ha sido un superar cantidad de líos, lo es, pero me ha dado vitalidad y alegría.  

Te sientes más en armonía con ese conjunto o todo del que formamos parte y te das cuenta de qué es en realidad lo importante. Aquí recuperé la capacidad de sorprenderme, jeje, que viniendo del periodismo ya es… Tuve que aprender de lo simple, que aquí vale más un palo o una cuerdecita que un collar de oro o una taza de té de cerámica fina. También aprendí a relacionarme de otra manera con mis amigos, que son mi mayor tesoro y ahora los veo menos, pero me doy más cuenta de lo importantes que son. Aquí cuenta lo que en la ciudad, no, y que aprendes a valorar incluso en Madrid cuando ahora la visito: un atardecer, los colores, el nacimiento de un río o una flor y la luna, por ejemplo. Y el solazo que te despierta y los pájaros diversos que se cuentan sus cosas… En fin, compruebas que lo que más vale, no cuesta dinero.  Y que en realidad está en todos lados, aunque lo tape lo superfluo.

3. ¿No me diga que no tiene aún el gusanillo de saber qué hay de verdad detrás de un titular?

No he dejado de ser periodista y no lo dejaré nunca. Si entro en una redacción, si oigo el teclear de un ordenador, me pierdo. Yo soy como la protagonista de “Luna nueva” o en su versión masculina, el genial Jack Lemmon de “Primera Plana”, o el protagonista de “Scoop” de Woody Allen. No descarto volver a esa vida, una inmersión a fondo, que es mi otra vida que me llena totalmente. Creo que, como dijo mi primer jefe de RTVE, es el oficio más bonito e interesante del mundo. 

Por ahora colaboro, por amor al arte, sin cobrar, porque se trata de otra cuestión que me aporta mucho, en medios alternativos como “Radio Utopía” o en el on-line “Republicanos” y “loquesomos.org”, en el espacio “A fondo”, un programa de análisis y alternativas democráticas de construcción que se emite dentro de “La hora de la República”, en el programa de literatura “El llavero”, en fin… y otros más. Durante el Covid hicimos encuentros de literatura y cantautores online un compañero y yo y un programa sobre feminismo con importantes colaboradoras como Elena Rodríguez, de Mujeres Abolicionistas de Extremadura, la directora del Instituto de Estudios de Género, catedrática de la Carlos III, Rosa San Segundo, y la ex directora del Centro UNESCO Madrid, Luz Modroño, psicóloga, con la que escribí una obra de teatro aún sin publicar: “Haciendo por vivir”. 

Y observo mucho… E investigo. Eso es periodismo. 

4. ¿Ha tenido que pagar mucho peaje por ser mujer, madre y trabajadora?

Sí. No se puede hacer compatible y cada vez menos, tal como está, el mundo del trabajo y la maternidad plena, el ser la mujer para la que te preparaste y a la que aún aspiras. Realizarse una, escalar la pirámide de Maslow, me parece tarea casi imposible. Si se logra coyunturalmente, puedes con todo, pero es a costa de un desgaste brutal. 

Yo aposté por mi pasión profesional sin dejar de lado la máxima prioridad que fue siempre mi familia. Pude compaginar tareas con mi compañero y padre de mis hijos, pero se paga un precio, bueno, te lo hacen pagar. He sido seguro de las personas que ha tenido más oportunidades de ascenso y brillo por decirlo así, jeje, y más he fastidiado, por el imposible puzle de encajar las piezas… He tenido que decir “no” a lo que más anhelaba desde que salí de la Facultad. Estoy contenta, no obstante. Recordemos que nos acostumbran a conformarnos...  Yo digo: sigo intentándolo, así que… La mujer salió de casa a trabajar hace mucho tiempo, a defender su igualdad, dejó en ello hasta su vida, lo dio todo, pero la igualdad ni entró en casa, ni en la sociedad patriarcal. Hay mucho machismo disfrazado de mil formas nuevas, violencia de género en cada sitio y en el trabajo, brutal… La mujer sigue haciendo doble esfuerzo y pagando el pato, con las culpas, la carga mental y la física, no está en los mejores puestos ni por asomo en el 90 o más por ciento de los casos. 

5. La transición ha sido una de los protagonistas de sus libros, ¿por qué ese periodo?

Tenía mucha documentación, sabía lo que había ocurrido y quería compartirlo. No había novelas (salvo alguna excepción, una o dos) que trataran de Memoria Democrática sin mentir o blanquear de alguna manera el franquismo que, a mi modo de ver, se perpetuó en los centros de poder real o fáctico, como lamentablemente estamos viviendo estos días con intentos de derribar al gobierno legítimamente votado, por medios no democráticos. Yo nací al mundo social cuando ya estaba todo bien atado… viví Transición. Me daba la impresión de que nos habían dejado un mundo prefijado por otros y que querían inamovible, que los derechos conquistados iban a ir en retroceso poco a poco. 

En ese periodo se cerró un pacto de silencio y olvido y de esos polvos estos lodos. Yo empecé a contarlo cuando esto no era precisamente lo que daba relumbrón y dinero, me la jugaba, pero era importante contarlo. Ojo, costó mucha lucha ese periodo y quizá se hizo lo que se pudo… pero hay que superarlo. Estuvo lleno de trampas y enredos que explico en mi primera novela. Como han hecho siempre los obreros de la pluma, hasta los más grandes, utilicé la ficción para hacer un relato holístico y comprensible de lo sucedido y lo que pariría eso. Cosa que trasciende a la historia y al ensayo como demostró Galdós, Jules Michelet y hasta Flaubert.

Enriqueta de la Cruz nació en Fuente del Maestre (Badajoz), vivió en Madrid, desde los seis años hasta su traslado al campo de Granada. Ha publicado cinco novelas centradas en Memoria democrática, actualidad y análisis político: “El Testamento de la Liga Santa”, “Nada es lo que parece”, “Memoria Vigilada”, “El amor es de izquierda” y el más reciente: “Despertando a Lenin”.  Juntas conformarán una colección que se llamará “Yerma bajo el imperio de Hollywood”. Además, publicó la biografía del psiquiatra y cinco veces presidente del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid, César Navarro de Francisco: “Vida y testimonio de un Francmasón (El nombre enamorado de la libertad)”. Y el legado filosófico de este humanista republicano, aventurero y políglota: “Tiempos de plomo y Ceniza”.

No he dejado de ser periodista y no lo dejaré nunca. Si entro en una redacción, si oigo el teclear de un ordenador, me pierdo. Yo soy como la protagonista de “Luna nueva” o en su versión masculina

6. Usted acompañó también a varios equipos en la búsqueda de restos de represaliados tras el Golpe de Estado del 36, ¿Qué nos puede contar de esa experiencia?

Pues fue seguir haciendo periodismo, indagar más, asegurarme, contrastar y vivirlo en primera persona. Constaté el genocidio, los crímenes de los culpables, porque no se pueden equilibrar las culpas. Que enterraron a “los rojos” a la entrada de cementerios para que los pisaran, que robaron a los niños, que hubo niños soldados, como hoy en otros lugares eso que nos escandaliza tanto, con razón. Me di cuenta que siguen los conjurados metiendo presión, que siguen las ganas de hacer daño por parte de los que se denominan a sí mismos vencedores. Que siguen los intentos de enterrar las ganas de democracia y libertad.  Entraron en nuestra casa democrática, nos la destruyeron, nos robaron y se quedaron hasta el día de hoy con el botín y hasta el tiempo nos lo impusieron como pena a los demócratas, hasta ahora. Rememoro así a la abogada de la querella argentina contra los crímenes del franquismo, mi amiga Ana Messuti, y como diría Mirta Núñez, historiadora, intentaron con “el escarmiento”, que nunca más pensáramos que podríamos cambiar el mundo, que ni siquiera lo intentáramos... Pero esto es imposible… 

7. ¿Qué opina de la Ley de la Memoria Democrática?

Que avanza, pero no concluye lo que realmente es necesario: Verdad, Justicia y Reparación. Esto no es un eslogan vacío ni cualquier bobada, es algo posible como han hecho otros países y se explica estupendamente en “Derecho como Memoria y Justicia”, de Messuti. Lentamente se avanza, pero las fuerzas radicales no democráticas no dejan hacer más. Creo que hay que superarlas y superar el miedo para ir a fondo. Esta ley da pasos, pero es que vamos con mucho retraso respecto a los países democráticos de que formamos parte en la UE, por ejemplo. En cuestión de justicia, no es cosa de quedarse a medias. Es sí o sí.  

8. Sé que es una pregunta difícil, pero ¿cuál de sus libros es el favorito?

Pues sí, pasa como con los hijos, los quieres a todos. Me gusta mucho: “El testamento de la Liga Santa”, por ser el primero y describir bien, creo, a la liga de los intolerantes que hoy de nuevo rabian y fastidian la democracia. Y “Memoria Vigilada”, el más de corte clásico. Ambos thrillers políticos y sociales… Muy pegados a nuestra realidad de hoy.

9. Vivimos en tiempos convulsos, ¿cómo se imagina el futuro a corto/medio plazo de nuestro país?

Pues depende de cómo lo hagamos. El país es una maravilla bastante intervenida, creo yo, no del todo soberano, pero con margen de maniobra importante. Prisionero de un pasado a superar y con muchas tareas pendientes sociales y políticas: el desempleo, la precariedad, la sostenibilidad, la igualdad, los derechos de la infancia... Tendrá que optar: o sigue sugestionado y a lo que venga, o deja la queja, el llanto y la inercia y se embarca en construcción de alternativas, que las hay. Creo que le queda una gran tarea que tiene que contar desde la base con la gente normal y corriente, que hay que hacer más democracia con transparencia, salir de la corrupción anquilosante y crear. Somos creativos. Si aprendemos a construir res-pública, nuestro país se remozará. O si no, seguirá haciendo de paquete en las filas de la falsa libertad a lo Ayuso, esa esperpéntica señora, y perecerá en una desmembración y debilitamiento letal. El pueblo español tiene gran capacidad de resiliencia y buenos modelos republicanos y socialistas y, en concreto, el de las mujeres pioneras en pro de derechos humanos y, por tanto, de igualdad. 

10. ¿Qué libro tiene en su mesilla de noche?

Pues “En busca del tiempo perdido” de Marcel Proust. Y “Mis mejores cuentos” de Colombine, Carmen de Burgos. Voy combinando…

11. Y para terminar, ¿sabe ya cuál será su próxima aventura?

Sigo la actualidad intensamente. Me apasiona ser protagonista de la historia como pueblo y nada más, que es lo que soy, y como periodista, o sea, que quizá vuele o quizá me quede y entonces escribiré más sobre mi experiencia de habitar en el campo, llenar espacios vaciados, que tiene su miga también, no todo es estupendo…

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